Los guadalupeños dicen que cuando visitas su Isla Guadalupe recreas otras áreas del Caribe y así es. El Caribe y éste el francés, sigue siendo un solo lugar el mismo y estando tan cerca parece que está lejos. La escritora Yvonne Denis visitó recientemente su otra hermandad prieta dónde el sonido rico del francés en sus habitantes negros y blancos (beké) parece un cántico exótico a la rica naturaleza que la compone. Aún el creol (criollo) de los hablantes que entre ellos se mezclan haitianos, martiniqueños y árabes resulta ser música linguística.
Son muchos los elementos en común entre los caribeños. El 24 Festival Gwoka que se celebra ininterrumpidamente en Guadalupe, evoca los ritmos del tambor como la Bomba de Puerto Rico. No puede faltar la herencia española con sus fuertes como el Le Fort Fleur D′Épée en la región de Le Gosier. Hasta las luchas son similares una huelga obrera que duró 44 días todavía es recordada por los guadalupeños como una demostración de unión colectiva y un mural en el puerto es el recordatorio obligado.
Por otro lado, así también permanece la primera antena ubicada en los terrenos del líder independentista Dr. Mac Cook que convocaba a la independencia de Guadalupe de la Francia desde su programación. Entre esas tierras se vislumbran los Grand Fonds espacios profundos llenos de inmensa vegetación en los cuales los esclavos africanos se escondían para huir de sus represores, que no podían capturarlos por lo denso del terreno. Justo en uno de esos espacios, en los que hoy día a su alrededor en las orillas hay casas con la vista de la profundidad de los matorrales, se impone un Bao-bab africano de unos aproximados 300 años. Su semilla fue dejada por una de esas manos prietas. Sus raíces parecen la piel de un elefante firme.
Los guadalupeños de ambos lados de su inmensa mariposa, como lo que parece la topografía de la Isla, posee unas playas de azul aqua cristalinas como en Saint-Francois lugar de desembarco de Cristobal Colón, según los historiadores, aunque como en Puerto Rico es debatible aún. Dicen que cuando Colón vio las Petite Terre viró y se fue a Marie-Galante otra pequeña isla. Desde Pointe-a-Pitre en ambos lados de la gran mariposa guadalupeña la belleza del Caribe Francés se impone. Por supuesto que Capá Prieto quedó allí cómodo hermanado a otros poetas y narradores.
Allí se ve la Plaza de la Victoria de Pointe-a-Pitre y recuerda la que evoca Carpentier en El reino de este mundo y que llamó Plaza Mayor donde Mackandal el negro esclavo fue ejecutado. Y es como en El siglo de las luces de Carpentier el mundo antillano menor, combativo. Y también se sabe de unos guadalupeños solidarios con la Cuba hermana que sin embargo, todos los años llenan contenedores con todo tipo de ayuda y los entregan a los cubanos. Guadalupe es Francia prieta y eso implica olvido y grandes dificultades que hasta en eso nos hermanan. Es agradable acercarse a ellos mariposeando, sin olvidarlos en su lucha mirando sus paisajes bellos…